Desde que emprendí mi camino con el blog, he sentido la irradiación de libertad que desconocía. Y una vez que se prueba ya no puede faltar, es imprescindible como el oxígeno mismo. A partir de entonces mi vida espiritual se multiplica, pero la Policía Política de mi país, al no poder alcanzar lo etéreo y censurar el pensamiento, se ocupa de que el cuerpo pague la osadía. La materia es el rehén del proceso político cubano. Y a dos meses de iniciado el blog fui asaltado por tres hombres que me amenazaban: “no convenirme hacerme el contrarrevolucionario”, con el resultado de una fractura en el brazo. Esa tortura inicial se conoce con la frase: “enseñar los instrumentos”, que no lleva otro fin que atemorizar, aterrar y prevenir el sufrimiento que aguardan las futuras horas de existencia. De inmediato se me suprimió el correo electrónico asignado por el Ministerio de Cultura. Se impidió mi publicación y participación en eventos culturales. Respondieron a mis post en blogs oficiales, funcionarios, periodistas sin decoro, escritores y críticos oportunistas, por cierto, los de escaso talento.
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