A carencia de talento
el necio sus fuerzas prueba,
con lo más prosaico ceba
su falta de fundamento.
De ahí que en fútil intento,
prejuiciado en sus sandeces
se desboca muchas veces
de la manera más tonta
y solo deja en su impronta
mucho ruido y pocas nueces.
Abunda el oportunista,
el que acecha fácil presa
cuando en breve sutileza
procede como un artista.
En tanto al lance se alista
no piensa si le compete,
a lo oportuno arremete
con su paremia al costado:
Cuando el potro está ensillado
nunca le falta jinete.