Flores de almendro
Subo la cuesta cargada, el alma jadeante,
mi piel destila flores de almendro.
Pienso libre bajo el techo desterrado, espíritus indomables
danzan estrépitos sobre mi escozor.
No entrego mi enojo insolvente al conjuro que me encierra.
En vano empujo la noche.
Guardo las llaves del tiempo ante la luna queda.
Mirar en la distancia, reposo el silencio.
Dibujo en la quietud un verso errante.
