El autoservicio la dejó extenuada, se estira en la cama y mueve los libros.
Al terminar la comida, sólo quedaba esperar a los remolones de siempre, se bañan tarde y llegan corriendo al comedor, hay que esperar por ellos para poder darle unos toques a las mesas y al piso y luego ayudar en la cocina con el fregado de las bandejas, cucharas, posuelos, ollas y cuanta vasija sucia.
La limpieza del piso es extenuante,
y después para el albergue a bañarse y quitarse todo el cansancio del día y dormir sin preocupación.
Esperando porque terminaran de comer los últimos cachazudos Magalis vio irse la luz, y el comedor se volvió una boca de lobo.
Se armó la de san quintín, andaba con la jarra repartiendo agua y corrió a esconderse debajo de una mesa.
Magalis no fue la única que buscó refugio.
Volaron
bandejas
jarros
cucharas
pozuelos
y cuanto había al alcance de las manos de los que sorprendidos por el apagón, aún se regodeaban en comer la bazofia que les daban por comida.
Los del autoservicio tuvieron que esperar a que se restableciera la electricidad y el orden en el comedor.
Limpiaron el piso que había quedado asqueroso.
Pulieron las paredes embarradas de chícharo,
y cuanto ensuciaron las huestes estudiantiles.
Para Prema
Desde el fondo de ti, y arrodillada
una niña triste, como yo, nos mira.
Para que nada nos amarre
que no nos una nada.
Amo el amor de los marineros
que besan y se van.
Amo el amor que se reparte
en beso, leche y pan.
Fui tuya, fuiste mío.
Tú serás de la que te ame,
de la que corte en tu huerto
lo que he sembrado yo.
Nelia Ortuño.