El gato negro

No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño. Mañana voy a morir y hoy quisiera aliviar mi alma. Mi propósito inmediato consiste en poner de manifiesto, simple, sucintamente y sin comentarios, una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de esos episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido. Pero no intentaré explicarlos. Si para mí han sido horribles, para otros resultarán menos espantosos que barrocos. Más adelante, tal vez, aparecerá alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes; una inteligencia más serena, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias que temerosamente describiré, una vulgar sucesión de causas y efectos naturales.

Raskolnikov no estaba acostumbrado al trato con la gente…

Raskolnikov no estaba acostumbrado al trato con la gente y, como ya hemos dicho últimamente incluso huía de sus semejantes. Pero ahora se sintió de pronto atraído hacia ellos. En su ánimo acababa de producirse una especie de revolución. Experimentaba la necesidad de ver seres humanos. Estaba tan hastiado de las angustias y la sombría exaltación de aquel largo mes que acababa de vivir en la más completa soledad, que sentía la necesidad de tonificarse en otro mundo, cualquiera que fuese y aunque sólo fuera por unos instantes. Por eso estaba a gusto en aquella taberna, a pesar de la suciedad que en ella reinaba.

La felicidad del Sabio

Por tanto, la verdadera felicidad reside en la virtud. ¿Qué te aconsejará esta virtud?

De “noche interior, noche ciudad”

cosmogonía del agónico Urbi et Orbi el universo es un cuarto donde el reguero abunda y no aparece el cincel que busco para abrir una ventana, un ojo familiar. el humo del cigarro quiere ser huidizo polvo navegando sobre la luz, grácil puente. ya se acumula mi rostro en el desteñido espacio. tuve un amor que ahora se ruboriza en el aire congelado como una virgen de las postales de antes. ha salido del caos; me alegro. mi desorden me salva de la multitud que se adentra en mi costado y soy yo mismo en un cuarto de espejos paralelos. mi desorden moviéndose sobre las aguas. tócame con la firmeza con que una mujer bajo la lluvia y su sombrilla hurgan en mi soledad. cerraré los ojos si me abrazas. no apuestes por el sexo del universo o por la vitalidad de sus pancartas, muerte y meseta orgásmica trazan idéntica curva ad infinitum. el universo no es sencillo como un […]

El dato escondido

Para exponer el dato escondido es necesario aclarar que es uno de los recursos técnicos tradicionales mejor explotados por muchos escritores. Como su nombre indica, su base es la ocultación de alguna parte im­portante de la historia de manera que el relato adquiera un mayor nivel de sugerencia. Se pueden ocultar sucesos, la identidad de un personaje, su motivación última; los únicos reparos que se deben anteponer al esconder un dato es que debe ser significativo y que se debe aportar, en todo el texto, la información necesaria para que el lector pueda in­ferirlo. No tiene sentido alguno esconder algo importante que sea a la vez demasiado difícil o imposible de descubrir por el lector. Debemos sortear este peligro concibiendo la información de manera que el lector pueda llegar a descubrirlo.