¿Qué encontraron los italianos a su llegada a estas tierras del poniente cubano?

La existencia de tierras vírgenes en la cuenca del río Mantua pudo ser también la razón principal que motivó a los italianos a trasladar la aldea levantada a orillas del mar hasta el lugar que hoy ocupa. El hecho de poder disponer en este lugar de tierras fértiles, abundante pasto para la cría de ganado, un río caudaloso donde obtener agua potable y especies valiosas como el caimán o el manatí; otros animales comestibles y disponer de varios tipos de árboles maderables; constituía de por sí una fuente de progreso económico que cambiaba radicalmente el nivel de vida de los náufragos del bergantín Mantua, en comparación con las escasas actividades de subsistencia llevadas a cabo en la aldea edificada cerca del litoral, donde las tierras eran menos bondadosas, escaseaba el agua potable y las inesperadas visitas de piratas filibusteros y todo tipo de malhechores del mar hacían que la vida en aquél lugar se tornara insostenible.

El primer contacto entre hispanos e italianos debió producirse en la aldea de San Lázaro. Presumiblemente estos últimos decidieron explorar las sabanas al sur del litoral y descubrieron las viviendas y vegas en ese lugar.

A tenor con la tradición oral, el caserío más antiguo de esta comarca es el de San Lázaro, enclavado cerca de la ribera norte del río, tres kilómetros y medio más al oeste de Mantua. En el libro Historia de Cuba, de Ricardo Rousset, aparece como un corral cuya fecha de otorgamiento y propietario se ignoran, algo que parece inaudito, pues todas las propiedades eran fiscalizadas por el cabildo dela Habana. Esta demarcación circular incluía los caseríos de San Francisco yLa Manigua, en el extremo oeste, colindando con el hato de Francisco de Abalos, específicamente con la finca llamada Las Cruces. Desde entonces hasta nuestros días se prolonga un sinnúmero de viviendas, dispersas o agrupadas en los asentamientos de Lázaro,La Manigua y San Francisco partiendo desde El Sitio, a sólo un kilómetro de Mantua, siguiendo las sinuosidades del río, más de siete kilómetros, casi hasta el litoral. Las viviendas están separadas de su ribera norte por uno de los vegueríos más fértiles de toda la región; en la orilla opuesta el número de casas es más reducido y mayor su dispersión. El hecho de que el poblamiento del valle mantuano se localice a todo lo largo de ambas riberas del cauce ilustra cuanta importancia revisten para sus habitantes las tierras próximas a sus márgenes.

Teniendo en cuenta la situación geográfica de los feudos circulares de tierra, sitios y realengos de la región, conforme a como fueron otorgados por el cabildo deLa Habanaen el siglo XVI e inicios del XVII, se deduce que los primeros pobladores hispanos del valle mantuano debieron ser hombres de muy escasos recursos económicos que se asentaron en esta especie de tierra de nadie, donde podían cultivar a su antojo y contrabandear sus productos con corsarios y toda suerte de filibusteros cuyas incursiones por el litoral norte de la apartada comarca eran muy frecuentes.

La estancia de los náufragos en la aldea San Lázaro debió ser breve. Luego de descubrir la hondonada deshabitada a orillas del río, tres kilómetros más al este, el grupo de italianos decidió fundar su propia villa.