Se sale de una estación adolorida
por caminos hechos para volver
a un destino donde algo duele
el aire está vacío
la soledad repleta
el viento es una pared donde nos estrellamos
y no hay el hedonismo del sibarita
ni risas por lo aéreo
ni máscara para ocultar hora tras hora y tras hora
iguales por los fatuas
muchas veces con olor a dentellada a clavos
a canción sin música
casi siempre sabor a verso tachado
camino desierto
amanecer junto a una almohada en solitario.
Uno se pregunta si alguien conoce el secreto con que aplacar el furor de los dioses
no sabemos cuantos kilómetros de agonía
cuanta víscera a cercén
cuantas mañanas mirando con cariño las cuerdas y las vigas
cuantas tardes de miedo hacen falta.
Solo sabemos que algo pesa en nuestro cansado corazón
y golpea nuestras blandas sienes.
Es tanto el delirio
es tan cierta la suma de más y más hacia abajo
quiebran tanto ciertas palabras.
¿Quién acuñó el término aniquilado?
¿qué es la naranja si no podemos comerla?
¿qué es la noche si nos cae todo el día encima?
¿qué es la luz si trabaja escondida?
¿y el trino y el reloj y la montaña
y el portal el sillón el agua en la garganta?
¿qué es el paisaje si no podemos cantarlo?
¿y allá lejos el recuerdo qué es?
Marchamos a trancos de hueco en hueco por un aire ardido
un serrucho tenaz nos deja en el vacío
y nos quedamos solos con esta patraña de versos
¿qué viene después?
nadie sabe.
¿qué hay detrás del detrás?
nadie sabe
Aquí estamos hay mucha agua encima
pesa en nosotros todo el mar
nos regurgitará el tsunami
flotamos de péndulo a péndulo entre la nada y hambre sin apetito.
Los que aventaron el turbión
los que soltaron las amarras del chacal
los que han apretado la cincha en este vientre de animal bípedo
los que mordieron el pellejo del ángel y maldicen
han de saberlo
vuelve la noche
se oye una voz nadie sabe si del cielo o del infierno
dice la voz: quemar las naves.