Descripción
No creo, lector, que te apartes fácilmente de este libro, escrito desde Cuba, cargado de profundas y a veces dolorosas meditaciones, que se acerca al arte desde la filosofía (o a la filosofía desde el arte) para descubrirnos al cinismo como virtud casi obligada, como triquiñuela, escapatoria, simulacro. Páginas que se leen con placer, llenas de descubrimientos y de confirmaciones.
Cualquiera podría situar a Diógenes en la molicie de un banco habanero, a las once de la mañana, en la clásica anécdota que se nos recuerda al inicio de este libro, la de su encuentro con el poderoso conquistador macedonio. “Soy Alejandro, pídeme lo que quieras”. “Que te apartes y me dejes tomar el sol”, respondió el filósofo como si tal cosa.
Este encuentro es el marco que recoge todos los estímulos de esta escritura y todas las implicaciones de su desarrollo. Este descaro (más o menos suicida según las épocas o circunstancias) conque el pensamiento se permite desnudarse ante el poder; más una actuación que una actitud, casi un acto, un artificio al que la autora llama por su nombre llano: cinismo.