Concierto para una violinista muerta

2,80

Un músico, Felipe, primer violín de la Orquesta Sinfónica de Cuba se prepara para ejecutar el solo del tercer movimiento del Concierto para violín, de Tchaikovsky, en el Festival de Música de La Habana. En el público unos ojos femeninos atrapan su atención, tanto que le cuesta concentrarse en su ejecución.

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Descripción

Más tarde la mujer, enigmática en su acento y su presencia, le felicita personalmente, y le entrega un sobre cerrado donde Felipe encuentra una nota y mil dólares que acrecientan más el misterio de su identidad. Se inicia entonces entre ambos una relación donde toda lógica o racionalidad desaparecen.

Una novela donde el trasfondo de la música clásica sustenta una historia de difícil encasillamiento. Hay misterio, tanto que por momentos parecería un thriller donde al final la vida misma se abre paso como una historia de amor.

Me llamo Felipe Valdespino...

Mientras la sala se estremecía, yo acariciaba las cuerdas del violín. Tocaba y seguía tocando, olvidado de todo, concentrado y feliz, iluminado por el reflector y presintiendo en la sombra los rostros de cientos de personas que disfrutaban con mi solo. De improviso, sin dejar de blandir el arco sobre las cuerdas, me giré hacia el público y realicé varios movimientos rápidos con mi brazo derecho. Como si respondiera a ellos, el halo de luz jugueteó sobre la superficie del instrumento. Vibrante de emoción, la sala de lunetas estalló en aplausos. En las primeras filas, sin embargo, un rostro descollaba, llamando mi atención. Era una mujer, una desconocida cuyos rasgos resultaban visibles gracias al reflejo de las candilejas. Se veía que le encantaba mi interpretación. Me pareció que sus ojos me miraban con insistencia, de un modo particular. Tuve miedo de que esto me sacase de mi concentración y fijé la vista en la zona oscura de la sala. Y...
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