Cuando yo sea grande quiero ser un niño

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Es un hecho que a medida que crecemos dejamos de preguntarnos cosas. Damos por sentada la forma de la tierra, el origen de la sombra o qué pasa con el sol por las noches.

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Descripción

Un niño tiene la mente abierta. Desconoce las respuestas que hemos ido acumulando en las inquietudes diarias, y, por lo mismo, su imaginación es rica, fértil, capaz de viajar a mundos oníricos que nos han arrebatado, o a los que no podemos elevarnos (anclados como estamos por la pesada mochila de la vida, repleta de años).

Ochoa Romero no ha perdido esa visión inocente. Pone la mirada en la pregunta y no en la respuesta, recupera la niñez, indaga aquello que ya conoce, pero quiere desconocer o reinventar. Porque le interesa colgar el universo de un árbol de güira, o darle la palabra a un caballito de palo, o saborear cada asombro y cada pregunta: ¿por qué la noche nunca es azul?

Maquinita uno

ENREDADERAS La güira cuelga de un gajo, el gajo del árbol cuelga, cuelga el árbol de la tierra y al tierra del espacio…   ¿El espacio…? ¿Y el espacio? Pues de la güira se cuelga. SOMBRAS La sombra que el árbol tiene ¿adónde irá con la noche? ¿Y cómo la luna llega y dónde después se esconde?   Las sombras del manantial ¿por qué en las aguas no corren? ¿Y las sombras de las nubes adónde irán por el monte? PREGUNTAS ¿Por qué la noche nunca es azul?   ¿Por qué hay un Norte? ¿Por qué hay un Sur?   ¿Por qué la lluvia? ¿Por qué la luz?   ¿Por qué el espejo?   ¡Di tú! ¡Di tú! MUSICA Grillos de tarde, monotonía: suena la orquesta como un tranvía.   Grillos de noche, ¡Cuánta alegría! Ni controversia, ni algarabía. CABALLITO DE PALO Mi caballito de palo que galopa por el monte, si te busco, no te escondas, y si te...
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