Descripción
Dantés consigue huir de prisión, en una de las escenas de fuga más memorables de la literatura, y logra hacerse con el tesoro. Enmascara su verdadera identidad bajo el título nobiliario de Conde de Montecristo, y dedica todos sus esfuerzos y su enorme fortuna a vengarse de aquellos que le traicionaron.
Sin embargo, las cosas se complican: sus esfuerzos para destruir a sus enemigos y proteger a los pocos que le defendieron se entremezclan de una manera no prevista, y el destino dispuso que una historia de justa venganza fuese también una magnífica oda a la piedad, al perdón y la redención.
Marsella. La llegada
Mientras tanto, el buque seguía avanzando; habiendo pasado felizmente el estrecho producido por alguna erupción volcánica entre las islas de Calasapeigne y de Jaros, dobló la punta de Pomegue hendiendo las olas bajo sus tres gavias, su gran foque y la mesana. Lo hacía con tanta lentitud y tan penosos movimientos, que los curiosos, que por instinto presienten la desgracia, preguntábanse unos a otros qué accidente podía haber sobrevenido al buque. Los más peritos en navegación reconocieron al punto que, de haber sucedido alguna desgracia, no debía de haber sido al buque, puesto que, aun cuando con mucha lentitud, seguía éste avanzando con todas las condiciones de los buques bien gobernados. En su puesto estaba preparada el ancla, sueltos los cabos del bauprés, y al lado del piloto, que se disponía a hacer que El Faraón enfilase la estrecha boca del puerto de Marsella, hallábase un joven de fisonomía inteligente que, con mirada muy viva, observaba cada uno de los movimientos del...
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