Descripción
Con una poética profundamente conmovedora, dolorosa, franca, la narradora –hermana de la protagonista, al mismo tiempo testigo y omnisciente, a la vez dentro y fuera de la obra–, nos presenta la vida de una serie de personajes, que no por disímiles y únicos, por diferentes, se alejan en nada del entendimiento y de la comprensión del lector. Es la carretera quien los une, sus kilómetros, sus puentes, sus señales, el paisaje cubano que desfila por sus bordes, una postal rural con un dejo de lejanía, de pérdida, de añoranza, que se justifica en sus últimas páginas. (Sindo Pacheco)
Puente de Punta Diamante
En la calle estábamos todos diciendo adiós a los novios y lanzándoles puñados de arroz crudo para que tuvieran abundancia. Mi hermana se sacudía porque el arroz se le colaba entre el pelo hasta el cráneo, entre la ropa y la piel, dentro de los zapatos, dando la sensación de que una legión de pinchitos le atenazaba el cuerpo. Pero a nosotros nos gustaba pensar que por arte de aquel ritual nada les faltaría. Estaban instalados en el asiento trasero del Lada 1500, rumbo a la luna de miel. El chofer era un pariente del novio, machetero millonario por tres años consecutivos, lo que le valió ganar el Lada, un viaje a la URSS y otro a la RDA; pero ahora estaba en otro giro: boteaba con gente de confianza, traía y llevaba a los que recibían familiares del extranjero, y se ofreció para llevar al habanero y a mi hermana porque iba para Manacas y para qué es la...
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