Descripción
Cada uno libra su batalla personal, intransferible, con el pez peleador, lo alimenta, disfruta los destellos del sol en sus escamas, aun sabiendo que él está siempre al acecho y que la dentellada puede ser mortal. / Luis Manuel García Méndez
Irse volviendo otro
Hoy estoy de nuevo sola. Pierre tiene mucho trabajo por estos días. Diciembre es el único mes en que el francés tira la casa por la ventana: cenas, champaña, regalos de Navidad, regalos de fin de año. Y Pierre, como buen hombre de negocios, trabaja en diciembre hasta veinte horas al día. Duerme entre tres y cuatro horas al amanecer; a las diez sale a la oficina donde se encarga de la contabilidad de tres restaurantes, dos tiendas y una discoteca; regresa a las siete para bañarse, comer y volver a los negocios hasta las cinco de la madrugada. Mientras, yo invierto el tiempo viendo unos tontos programas de televisión; una, no menos tonta colección de películas del espacio, y un montón de revistas de modas. La ciudad me ofrece el goce de la soledad, pero de pronto extraño mi pueblo viejo, descascarado, sus turbas escandalosas y risueñas; la mirada lasciva de los hombres. Sólo cuando me tropiezo con un...
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