Descripción
Este narrador cubano, una “rara avis” de la actual literatura cubana, parece recordarnos en cada una de sus historias que, además, se gana “el pan nuestro de cada día” con el oficio de fotógrafo. Y es que eso son sus cuentos: flashazos de luz lanzados sobre una ciudad que se derrumba, donde pululan unos seres que poseen la cautivante luminosidad de los fantasmas, en una atmósfera de oscuridad y desesperanza.
La Habana aparece en este libro convertida en una especie de Aleph borgiano: la ciudad es centro y espíritu de toda una nación. Ciudad palpitante y seductora, voraz y cómplice, atestada de historias como las que este libro presenta. (Amir Valle)
Fotografías y Espejos
Estaba mucho más perturbado que aquel viernes 13 de hace dos años. El espacio y el sujeto seguían inmodificables, es decir, William se movía de un extremo al otro de su cuarto, pasándose las manos por la cabeza, repitiendo como un condenado de su propia locura: –De pinga, caballo. ¡Ahora sí que no sé quién soy! Había terminado de contarme la historia que ya le conocemos y trataba de encontrar un sentido común a toda la tragedia que lo señalaba como el autor de los hechos. Sin embargo, lo que vino después superó toda lógica posible. –¡Mírame! –me pidió–. Dime, ¿qué ves? No lo comprendí, pero fui sincero cuando noté la descomposición de su imagen y me dio por decirle: –Un fantasma. Metió un piñazo lleno de ira contra la máquina de escribir y dijo eufórico de angustia: –¡Mierda! Eso es lo que soy. Un fantasma… ¡Mira! Me alcanzó un paquete de fotografías en colores. Apenas vi la primera, se...
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