Descripción
Hastiados de todo, consiguen hacerse de una nueva vida en Europa, en democracia. Pero no todo es como imaginaban, y aquí también lidiaran entre tirios y troyanos, extraños y conocidos, fascistas y comunistas, y no siempre es fácil diferenciarlos ni saber en qué bando juegas. Porque todo aquello que pretendían, las mínimas cosas que les prometieron y el bienestar que anhelaban, todo, tiene un precio. Y fatalmente lo averiguarán en las cloacas del submundo skinhead de Madrid, donde sobrevivir va a ser más difícil de lo que creían.
Finalista del Premio Rejadorada de Novela Breve 2000
Uno nunca imagina que la mierda y la miseria pueden extrañarse
Eso, por supuesto, no me pasó por la cabeza aquel día en el solar, en la tremenda fiesta de despedida que los vecinos organizaron para despedirnos. Mi hermana Álida ya había echado en la maleta las más de veinte plantillas que algunos vecinos le dieron utilizando el método cubano de dar la medida del calzado: un pie sobre una hoja blanca, delineando con un lápiz alrededor del pie para obtener una plantilla que luego se recorta. Cada plantilla con su nombre y la esperanza de que, cuando regresara de visita, la persona que se llevaba al extranjero las plantillas trajera zapatos con aquellas medidas y en modelos de mayor belleza y calidad que esos calzados horribles que vendían en las tiendas de La Habana. También mi hermana había anotado comprar un juego de canastilla para la niña de Rosamari, la del cuarto 23, que debería nacer en cuatro meses: “ya veré, muchacha, busco a alguien que venga para Cuba y...
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