Descripción
Alberto Garrido, narrador que, como queriendo dar razón a los críticos, luego de ganar los más importantes premios literarios de la isla, en 1999 se alzó con el internacionalmente prestigioso Premio Casa de las Américas en el género de cuento.
“Este es un libro con un hombre adentro, un texto de matices e incordios, de suspicacias y malicias, de historias que se cuentan a medias o uno cree que hay otra historia viviéndose, creándose, más allá de lo que leemos”, dice en el prólogo Guillermo Vidal, convencido de que Alberto Garrido es “uno de los más grandes escritores contemporáneos” y de que “lo mejor que le pudiera ocurrir a una editorial es presentar al lector una verdadera joya de la literatura cubana e hispanoamericana”.
PRÓLOGO DE GUILLERMO VIDAL
El brazo y el lienzo
Y ahora, en el cuadro, mi brazo gira y va cambiando de color: primero es tornasolado, y casi idílico el brillo solar en los vellos rubios; luego abismalmente rojo, sí, ha desaparecido la piel, los tendones saltan nerviosamente como la carne de las reses sacrificadas que cuelgan a un lado de la plaza, entre amarillentos papeles de arengas. El brazo queda inerte y violáceo. Los pocos transeúntes cruzan la plaza y se llevan pañuelos a las narices. Bajo el cielo y la luna que pudre los contornos quedan ya unos restos abominables, lucios, albos, de las articulaciones. Debajo hay un grupo de niños con las manos a la espalda. Un cartel, Museo de la prehistoria. Una calavera abre las mandíbulas. Esta voz dio la orden de combate, dice la guía de museo, dice y sus manos aletean entre los niños, dice y los niños se esfuman y en el brazo, entre el cúbito y el radio, se enredan la cadena...
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