Descripción
¿Crees que hay muchos hombres en este mundo que, como yo, hayan dedicado una vida entera, esclavos de un sagrado pensamiento, a una mujer?, pregunta Humberto, y llegado este momento nos preguntamos si Agustina, quien lo escucha, se hará la misma pregunta.
Con una prosa cómoda y sin alardes técnicos, aunque con las argucias estilísticas que provoca narrar metido en dos tiempos, Carlos Cuesta nos trae su primera novela, escrita con frases imperecederas que se encuentran en aquellos meandros que sólo se atreven a decir los amantes verdaderos.
El velero atravesaba la tempestad
Despertó sudoroso, trémulo, y permaneció mucho tiempo mirando al techo. Retiró las sábanas a un lado como si fueran una carga y bajó los pies al suelo frío con un giro lento y trabajoso. Acercó con esmero las zapatillas, poco a poco, con las puntas de los dedos hasta que acertó a calzarse y sincronizó su puesta en pie con un soplido de esfuerzo. Abandonó con pasitos cortos el dormitorio hacia el pasillo. Encendió la luz con un restallido de la llave y avanzó hasta el baño arrastrando los pies acompañado del ruido fibroso de sus zapatillas. Después, de vuelta a la habitación, se puso una camisa clara sobre su cuerpo ya desnudo y la abotonó hasta hacer desaparecer bajo ella su chapa de identificación militar grabada con letras, números y dos iniciales. Escogió con mimo una americana verde, de tejido grueso, de rombos y raya fina y un pantalón a juego. Tomó la corbata y la anudó con destreza...
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