
Se atribuye a Claude Lanzmann la idea de que el holocausto es uno de esos temas espinosos que permanecen imposibles de llevar a la ficción. Haciendo realidad esta máxima se convirtió en el director de una de las piezas más indescriptibles, y aún, obra maestra del documental, como Shoah. Lanzmann no es el único que sostiene esta idea y sus razones van por una senda no tan diferente de otros argumentos semejantes. Elie Wiesel, sobreviviente él mismo de Auschwitz y Buchenwald, negaba, al Holocausto la mínima categoría estética, porque la ficción necesita la imaginación, la capacidad de la invención para llegar a los altares del arte. Según él, era imposible representar en ficción la gravedad y la dimensión del exterminio en masa cometido por los nazis, sobre todo si no se ha vivido en ella.[1] Rosa-Ària Munté, nos recuerda que Wiesel se escandalizó cuando en 1970 salió a la luz la serie Holocausto, porque “temía que la ficción sustituyese a […]