
Conocí a Ángel Santiesteban como la mayoría de sus grandes amigos actuales, a través de sus libros. A través de alguien que no logro recordar, me llegaron sus libros, y desde entonces decidí conocerlo. Me sobrecogía su literatura, sobre todo siendo alguien que conoce la realidad cubana.
En Cuba me dedicaba al turismo, era gerente del hotel Deauville y podía codearme con todos los estratos de la sociedad, saber lo que muchos no se arriesgaban a decir a la luz del día por temor a las consecuencias.
Le pedí a un amigo mutuo que deseaba conocerlo, quería conversar con aquel escritor que burlaba los cánones establecidos por el sistema. Escribir de aquella cruda manera dentro del sistema era un suicidio seguro. Le dije que deseaba invitarlo a almorzar y él accedió.
Sinceramente me lo imaginé medio loco, con aires de extraterrestre, pero sobre todo con talento y resuelto a escribir la realidad cubana, y era lo que me interesaba.
Cuando lo conocí no era lo que había imaginado. Conversando sosegado y todo el tiempo me pareció que sabía cuál era su camino, adónde deseaba llegar. Hablamos de los temas comunes: literatura, social, ideología, la dictadura, el futuro de Cuba.
Y desde aquel entonces, hace seis años, Santiesteban era pesimista en cuanto a una salida democrática en los próximos años, pues en aquellos años, en Cuba y en el mundo, era casi evidente el abandono del poder de los hermanos Castro. Me dijo que no, que ellos se ajustaban a los tiempos.
Me aseguró que Fidel Castro se había hecho un especialista en el juego del tiempo y la manipulación. Todo lo que deseaba era no perder el poder. A veces estaba dispuesto a hacer concesiones, aparentar estar preparados para los cambios que necesitaba el país, sobre todo la democracia.
Y el tiempo le ha dado la razón. Fidel y Raúl continúan en el mismo sitio de hace más de cincuenta años, aparentando un cambio para ganar el tiempo necesario que les garantice tranquilidad en lo que les resta de vida. Esa supuesta tranquilidad no es más que continuar en el gobierno, apuestan por Alejandro y Mariela Castro, los hijos de Raúl, como caballos de carrera les han permitido hacer un juego diferente, un termómetro para medir los deseos y gustos del pueblo cubano. A su vez salvar sus fortunas y ganar el tiempo de sacar a sus familiares del país.
Me despedí de Ángel, le aseguré que volvería en unos días, y hasta le prometí traerle un libro del periodista José Manuel Medem, que recién había terminado su contrato de reportero en Cuba de Televisión Española.
No pude regresar, no me dejaron volver. Supe que la Seguridad del Estado nos había grabado la conversación que sostuve con Ángel aquella primera vez cuando nos conocimos, y que definitivamente, no era bienvenido en Cuba.
Desde entonces estuve al tanto de la vida de Santiesteban, gracias al correo electrónico, y luego que se lo cerraron, sostuvimos nuestro dialogo por el email, y ahora con Facebook, que es como estar sentados en casa sosteniendo una conversación natural.
He apoyado a Ángel en las campañas de solidaridad cada vez que han abusado de su persona. Siempre he estado a su lado y lo estaré siempre. Es una promesa que le hice a él y a mí hijo. Nunca lo abandonaré.
Cada atropello que le hacen me duele en carne propia. La sufro doble porque quisiera estar en su piel, recibir yo esos dolores, y a su vez, no poder estar físicamente a su lado para levantarlo cada vez que la Seguridad del Estado se le ocurra lastimarlo.
Mi grito por Ángel va desde España a todos los confines del mundo, lo hago por nuestra hermandad, ya mi familia lo ha asumido como una más, muy especial por cierto, pero también lo hago por el intelectual que es, por su obra y la necesidad que tiene la cultura cubana que él prosiga desarrollando su talento y enriqueciendo el panorama literario.
También por el luchador natural que lleva dentro, por todo lo que sacrifica para que los cubanos sean libres y obtengan los derechos defendidos por la Carta Magna de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Por supuesto que estamos preocupados por la petición de 15 años que hace la Fiscalía General de la República contra Ángel, sabemos que es una campaña, primero para amedrentarlo, luego para desacreditarlo a nivel internacional y sus denuncias en el blog no obtengan la verosimilitud con que naturalmente escribe.
Ellos saben que Ángel es un escritor de fuerza, que su talento lo convierte en un arma poderosa contra el sistema. Y por eso intentan quebrantarlo, hacerlo ceder con esas sucias maniobras mediáticas.
Ángel va a continuar escribiendo en su blog con la misma fuerza con que comenzó. Va a continuar deleitándonos con su literatura. No permitiremos que lo encarcelen. Esas son convicciones que tenemos los que lo apoyamos y haremos todo lo que esté a nuestro alcance, y más allá también, porque la justicia se imponga y una vez y por todas, la dictadura castrista comprenda que hay hombres que pueden dominar el miedo.